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Viajando por Estados Unidos. Más que la Ruta 66 (3º parte)

Escrito por el 09/08/2012 en Rutas y viajes

001 R66 gran Cañon

En el Gran Cañón, la que al parecer es la única formación rocosa que se ve desde la Luna, comienza esta tercera y última parte de este viaje, al que como veremos, le quedan aún un sinnúmero de atractivos.

Andando, en helicóptero, en autobús, solos o mezclándonos con los miles de turistas, admiramos la grandeza de esta maravilla natural, sobrevolada por los cóndores, que también se puede visitar bajando hasta sus profundidades en rutas a burro organizadas, algo que intentamos hacer y que nos fue imposible debido a que había una lista de espera de una semana para poder alquilar una simple plaza.

A pesar de ello, los múltiples miradores, estratégicamente situados, te permiten apreciar con claridad la inmensa majestuosidad de este punto de nuestro planeta. Es especialmente interesante esperar a las últimas horas, o mejor dicho, los últimos minutos de sol, cuando casi a cada minuto la fisonomía del paisaje cambia y te permite apreciar las formas de las rocas con una increíble gama de colores.

Durante una de estas paradas en alguno de los miradores, conocimos a David, un ciclista belga que esta recorriendo el continente americano de norte a sur, desde Ankorage en Alasca hasta Ushuaia, en tierra de fuego, la ciudad más meridional del mundo en el extremo sur de Argentina. Viaja sin hacer ningún gasto a excepción de la comida, durmiendo en su tienda de campaña, por lo que le ofrecimos la posibilidad de pasar esa noche en una de nuestras habitaciones, algo que aceptó gustoso y que nos permitió disfrutar de su agradable compañía hasta el día siguiente.

02 R66 125 gran cañon

A las 6 de la mañana David se levantó para engrasar y ajustar la cadena de su bici, y a las 9, tras fotografiarnos con las motos y la bici, todos salimos en dirección a Sin City, (Ciudad del Pecado) Las Vegas. A distintas velocidades. El intrépido belga fue pronto un punto en nuestros retrovisores. Nosotros llegaríamos a Las Vegas en unas 7 horas, él en 4 días. Salimos por la 64 sur dirección a Willians, desechando la posibilidad de ver Flagstaff, la ciudad donde nació el hombre de negocios que convenció a políticos y demás fuerzas vivas para que se construyera la Ruta 66, pero sabedores que tras andar unos km. por la interestatal 40, llegaríamos a Seligman, pueblo en el que cogeríamos otras vez la Old Route 66 para recorrer sobre ella las 100 millas que separan Seligman de Kingman, posiblemente el mejor tramo de toda la 66 que pasando por Yampai, Nelson, Truxton, Valentine o Hackberry, nos muestra las mejores estampas de lo que la ruta fue en su día, con viejas gasolineras, neones, coches y carteles de la época conservados de muy distintas maneras unos de otros.

12 R66 154 Seligman-Kingman

Desde Kingman, el camino recto para llegar a Las Vegas es coger la 93, pero tras hacer una llamada a Emilio Scotto, quien realizó el más grande viaje alrededor del mundo en moto, a lomos de una Honda Gold Wing 1100 Interstate, a lo largo de más de 10 años y recorriendo 485000 millas, decidimos seguir hacia el oeste en dirección a Laughlin, al que llegamos tras cruzar el río Colorado y pasar al estado de Nevada, donde en el hotel casino Lauglin´s Riversade Casino se encuentra un museo en el que está expuesta la “Princesa Negra”, como el llamaba a su moto, junto a un montón de fotografías y recuerdos de su monumental viaje. La verdad es que solo por esto ya merecería la pena visitar este sitio, pero es que además, las motos y coches que este museo posee, son autenticas joyas de la historia de la automoción americana, por lo que la visita es aún más recomendable. Entre todas ellas cabe destacar una replica exacta de la “Capitán América”, la Harley Davidson Pan Head del 49, fabricada para la película Easy Rider protagonizada por Dennis Hopper y Peter Fonda en el año 69, película que hizo famoso el tema “Born to be wild”, la moto original se destruyó durante la grabación de la película.

15 R66 161 Laughlin

Con un calor que comenzaba a ser achicharrante, salimos hacia Las Vegas. Lo primero que impresiona es ver esta inmensa ciudad en medio del desierto, lo siguiente, los gigantescos hoteles que flanquean toda la avenida principal, como ejemplo, el nuestro, el MGM, al que tras llegar y ver que había alrededor de 20 puestos de recepcionista, le pregunté al nuestro que cuantas habitaciones tenía el hotel, su respuesta me dejó sentado: ¡¡¡5000!!!.

Esta ciudad es un espejismo, un oasis artificial en el desierto de Nevada, cerca de la frontera con California. Flanqueada al oeste por el Desierto de Mojave y el Death Valley, Las Vegas no carece de nada, a pesar de que el agua que consume la traen desde Sierra Nevada, a centenares de Km. Los turistas y el dinero que dejan en casinos, hoteles, tiendas y restaurantes, permiten que los habitantes de Nevada no paguen impuestos locales de ningún tipo. Solo nacionales.

El juego es el amo y señor de toda la ciudad, y todos los principales hoteles, muchos de ellos comunicados entre sí, tienen cientos de maquinas y mesas de juego las 24 horas al día. Tiendas para gente de todas las edades, marcas, gustos y productos dentro de los hoteles, restaurantes, spa´s y un largo etc. los tienes sin necesidad de tener que salir a la calle, de hecho, todo está pensado para que no tengas que salir, a lo que ayuda el sofocante calor que reina durante el día. Las Vegas es una metrópoli sin inhibiciones.

20 R66 171 Las Vegas

En el casino, individuos en bañador y chanclas, juegan junto a ladies y gentlemen impecablemente vestidos, sin que nadie se asombre por ello, y lo que tampoco parece asombrar a los lugareños es el ininterrumpido desfile de mujeres “neumáticas” en el que parece ser también, el reino de la silicona. Los hoteles tienen además, increíbles teatros en los que se celebran actuaciones de primer nivel, nosotros aprovechamos para ver el Circo del Sol, algo excepcional que nos dejó con la boca abierta, y nos quedamos con las ganas de ver a Santana, que actuaba unos días después de nuestra partida.

La verdad es que es tanto el exceso que agobia. Yo le recomendaría a cualquiera conocer esta ciudad, la cual yo me alegro de conocer, sin embargo, no volvería.

Cuando nos levantamos el domingo 4 de junio sabíamos de antemano que hoy iba a ser el día más caluroso de nuestro viaje. Por si teníamos dudas, la televisión informaba de que las temperaturas eran las más altas nunca antes registradas en estas fechas: 44º C. cruzaríamos el temible e interesante Death Valley, donde en el siglo XVI una expedición española procedente de México, fue diezmada, tras perecer su ganado y caballos. Los sobrevivientes celebraron aquí el primer acto de Acción de Gracias del Nuevo Continente.

28 R66 182 Death Valley

El Death Valley (Valle de la Muerte), en el desierto de Mojave, es donde se alcanzan algunas de las temperaturas más altas del planeta. Y realmente comprobamos que era cierto, pues según nos fuimos adentrando en el parque, el calor se fue haciendo más y más sofocante hasta el punto de quemar. Paramos en Badwater Basin, a 85 metros y medio bajo el nivel del mar, el punto más bajo de los Estados Unidos y donde el calor es tal que te hace sentir preocupación, no es extraño el nombre de este sitio, “Valle de la Muerte”, el simple hecho de pensar el atravesarlo a caballo en verano, como hacían antiguamente, te da angustia. Las larguisimas rectas de la carretera, rodeadas de “nada”, impresionan.

Seguimos, bordeando el Parque Yosemite, cambiando los desiertos por debajo del nivel del mar, por montañas a más de 2000 mts. hasta llegar a Lee Vining y su famoso lago salado Mono Lake, al que llaman el mar muerto de California, dentro del cual se forman curiosas rocas de calcio y sal, dormimos fresquitos en un bonito hotel del pueblo.

Al día siguiente partimos temprano, dirección norte, pegados a las faldas de Sierra Nevada, cuya cresta teníamos que cruzar para llegar al Pacífico. Queríamos hacerlo por el famoso puerto de montaña Tioga Pass, pero estaba cerrado por nieve.

A unos 60 Km. de Mono Lake, giramos hacia el oeste e iniciamos el ascenso de la sierra por una carretera muy revirada, con curvas cerradas y pendientes muy empinadas que nos llevaban al Sonora Pass. Fueron 72 Km. de montañas, bosques y ríos, hasta llegar al idílico valle, por el que discurren las aguas limpias del río Yosemite y se erige majestuoso El Capitán, lugar donde se citan escaladores de todo el mundo para conquistar sus impresionantes paredes verticales.

41 R66 197 Yosemite

El granito, los pinos y las aguas claras de muchos ríos y cascadas, hacen del Yosemite Park un lugar muy relajante además de un verdadero regalo para la vista. El fotógrafo Ansel Adams lo inmortalizó con sus excepcionales fotos en blanco y negro. Tras poner rumbo al Pacífico, esa noche dormimos en Monterey.

Las dos últimas etapas transcurrirían por la Pacific Coast Highway, la Nacional 1 que va bordeando toda la costa transportándonos entre playas, acantilados y frondosos bosques, carretera que además de muy transitada por los motoristas de la zona, ofrece un gran número de miradores en los que es fácil ver leones marinos, gaviotas, pelicanos, ardillas y demás fauna que se acerca, en muchos casos, para que les des de comer.

Tras dormir en Santa Barbara, reino del pijerío más exagerado, al día siguiente, llegando a Los Angeles, devolvimos las motos y dimos por concluida nuestra aventura de atravesar los USA de costa a costa. A Mar y a mí, nos quedaría regresar a Chicago viajando durante dos días en tren, otro interesante viaje que, eso sí, ya forma parte de otra aventura.

 

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