Siempre Ruedas y Motor

El Pirineo Aragonés constituye la franja central del Pirineo en su vertiente española y se asienta como gran parte de la frontera entre España y Francia. Se extiende desde los Valles Occidentales que colindan con Navarra, al oeste, hasta la comarca de La Ribagorza y sus altas cumbres, al este. Meca de la alta montaña española, alberga las cumbres más altas del Pirineo (188 picos que superan los 3.000 metros, destacando el Aneto, el Posets y el Monte Perdido).

Tras las rutas que realizamos por el Pirineo Leridano y el Pirineo Navarro, nos quedaron claras dos cosas: había que volver, y había que hacerlo a la zona que aún no habíamos visitado, la del Pirineo oscense.

Esta ruta nos ofrecerá menos pistas que las anteriores, sin embargo, en absoluto desmerece la belleza y el placer de realizarla, ya que las estrechas carreteras, los parques naturales, los preciosos pueblos y las increíbles vistas que nos regalará, son motivos más que sobrados para realizarla, y de nuevo, será un SUV el coche ideal para hacerlo, pues aparte de las pistas por las que pasaremos, nos moveremos por zonas en las que buena parte del año nos encontraremos nieve.

Como en la ruta de Dantxarinea a Roncesvalles, será el BMW X4 nuestro compañero de hoy, y tratándose de una ruta más fácil que la anterior, podemos decir que “se la merendó” sin el más mínimo problema, resolviendo las contadas ocasiones en que hicimos trabajar su sistema de tracción, con total solvencia y demostrando una vez más, como este tipo de vehículos tienen un importante lugar entre el Turismo y el Todo Terreno puro; entre el urbanita y el amante del barro y las piedras. Ofreciendo una capacidad de tracción y un plus de altura extra que les permiten acceder con tranquilidad y seguridad a lugares donde con un turismo no pasaríamos o correríamos el más que probable riesgo de “hacerle daño”.

Comenzaremos la ruta en Jaca por su condición de pionera. Primera capital del Reino de Aragón; primera que aclamó a Ramiro II, el monje; primera que se sublevó a favor de la república, y cuya Calle Mayor hizo famosa Miguel Fleta a ritmo de jota con su “La Calle Mayor de Jaca”:

“La calle Mayor de Jaca

ya no la rondan chavales,

que la rondan jacetanos

con pistolas y puñales”.

Y es que, grandes personajes y escritores han hablado de Jaca en el pasado, en el siglo XIII, Alfonso X el sabio, hablaba de la jacetana fiesta de la victoria; en el Renacimiento, Nebrija, explicaba sus orígenes legendarios; Cervantes la cita en El Quijote hablando de sus grandes montañas; Unamuno alaba la Peña de Oroel; y Ramón y Cajal describe su largo periodo en la ciudad.

Jaca es la capital de la comarca de La Jacetania y dista 72 km de Huesca, la capital provincial. Situada al norte de la provincia, en el valle del Aragón, único gran valle paralelo al eje de la cadena pirenaica, Iaca o Iacca (nombre antiguo de Jaca), era la capital de los iacetanos, citados por el historiador griego Estrabón (siglo I), como un pueblo que se extendía desde las estribaciones del Pirineo hasta las llanuras, llegando hasta la región de los ilergetes alrededor de Ilerda (Lérida) y Osca (Huesca).

La posesión de fueros, Catedral con obispado y su Ciudadela, hicieron de Jaca la primera y más importante capital del Reino de Aragón.

Jaca pide que lleguemos al menos un día antes de comenzar nuestra ruta, pues es conveniente alargar la imprescindible visita de nuestro lugar de partida. Su Catedral, es uno de los templos más importantes del primer románico español, construida a partir de 1077 por orden del rey Sancho Ramírez, actualmente está considerada como la primera catedral románica de España, y está considerada como un gran símbolo del patrimonio arquitectónico español.

La Ciudadela de Jaca, llamada hasta el siglo XIX “Castillo de San Pedro”, es una construcción mandada edificar por Felipe II a finales de 1592 tras los graves desórdenes acaecidos con la huida de Antonio Pérez. Declarada monumento histórico-artístico el 28 de junio de 1951, se encuentra restaurada desde 1968. En su interior se conserva una pequeña iglesia del siglo XVII dedicada a San Pedro, con una interesante portada barroca y una pila bautismal románica del siglo XI.

Uno de los cuarteles de la Ciudadela acoge el Museo de Miniaturas Militares. Sus salas alojan una colección de más de 35.000 figuras de plomo que se exhiben en 23 escenarios temáticos que recrean batallas singulares en la historia de la humanidad.

Entre las iglesias de Jaca, destacan la Iglesia del Carmen, la Iglesia de Santo Domingo y El Real Monasterio de las Benedictinas.

Aunque poco habitual en nuestras rutas, hay ocasiones en que “es justo y necesario”, empezar por el final, y dado que nos encontramos en Jaca un día antes del comienzo de nuestra ruta, sería pecado (y no venial), salir de sus calles sin haber probado algunos de sus potentes platos.

La gastronomía jacetana está influenciada por la cultura pastoril y ganadera, así como por un clima de duros y muy largos inviernos, que propicia platos de conserva y de gran contenido calórico. Las recetas más destacables son el “filete de güey a l’Alforcha” (relleno de espinacas), el jabalí estofado con salsa de nueces, el cordero asado con patatas a lo pobre, los espárragos rellenos, la ensalada de verduras y hortalizas asadas y el bacalao ajoarriero. Unos vinos del “Somontano”, “Tierra del Valle del Cinca” o de las “Terrazas del Gállego”, para acompañar semejantes manjares ayudarán a conciliar mejor el sueño y dejar el espíritu listo para la ruta.

Salimos de Jaca por la N-330 hasta Sabiñánigo, primera parada de la jornada,

De origen romano, su origen parece estar vinculado con el establecimiento de una mansión militar, fundada en torno el siglo II, a orillas de la calzada que comunicaba Osca (la actual Huesca) con los baños termales de Panticosa. En 1972 se celebró el bimilenario de la fundación de la ciudad, al considerar que Calvisio Sabino (propretor de las Galias), fundó Sabiniano a la conclusión de una campaña de pacificación en Hispania.

Un paseo por Sabiñánigo nos permitirá conocer La Casa Abacial, construida por Juan Ferrer en 1589, la sencilla iglesia parroquial, barroca y dedicada a San Hipólito, del siglo XVII o la Casa del Concejo que se concluyó en 1605.

Más moderno es “Pirenarium”, el parque de los Pirineos, complejo inaugurado en 2006 que alberga maquetas del Pirineo y todo Aragón en miniatura, ubicado en los viejos cuarteles del ejército.

A seis Km. de Sabiñánigo se encuentra la población de Larrés, que tiene por honor ser la cuna de la familia Santiago Ramón y Cajal.

Su caserío, a pesar de que ha perdido buena parte de la esencia auténtica de la vieja arquitectura popular, todavía mantiene cierto interés. Destaca su iglesia parroquial en la que es notorio su retablo mayor del siglo XVI y, sobre todo, su castillo bajomedieval cuya silueta le confiere al pueblo una bonita estampa.

El Museo de Dibujo Julio Gavin “Castillo de Larrés”, fue inaugurado en septiembre de 1986, constituyendo el único museo del territorio nacional dedicado íntegramente a la disciplina del dibujo. La colección, integrada actualmente por unas 3000 obras de unos 700 autores, es una de las más completas y representativas del arte español del siglo XX, con la singularidad de que todas las obras han sido donadas por los propios autores o sus familiares, galerías de arte o coleccionistas, que hacen del museo un centro en constante desarrollo.

Salimos de Larrés cruzando el pedregoso rio Aurin, a la búsqueda de una pista que nos debería de llevar hacia el norte, a las inmediaciones de Arguisal y Escuer, más o menos paralelos a la N-260 que a su vez transcurre paralela al rio Gállego (a su derecha), y al Valle de Tena a su izquierda. Pero tras muchas vueltas, terminamos encontrando el paso cortado por un pequeño corrimiento de tierra claramente provocado por la lluvia. Media vuelta, pero el rato, buscando por entre pistas casi desaparecidas no nos lo quita nadie.

De nuevo por carretera y tras coger la N-260, llegamos a Senegüé, emplazado en el mismo lugar en que se hallaba una morrena central del glaciar que provocó la formación del valle de Tena, allí destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo barroco y construida en el siglo XVII. Los muros laterales de la misma pertenecen sin embargo a la antigua iglesia de estilo románico (de los siglos XVI y XVII) que se encontraba bajo la advocación de San Saturnino. Se sabe de la existencia de la torre de la iglesia ya en el siglo XVI.

Destacables también son el Crucero “O Redol”, del siglo XVII, construido en 1665, la Ermita de la Virgen del Collado, del siglo XVI, el puente de madera sobre el río Gállego que une Senegüé con Lárrede y la torre defensiva del siglo XVI, en cuya parte baja se encuentra la antigua cárcel municipal.

De nuevo por la N-260, dirección norte llegaremos a Biescas, nudo de comunicación entre la Jacetania y el Alto Sobrarbe y punto de conexión con el valle del río Ara a través del puerto de montaña de Cotefablo.

Los testimonios más antiguos de presencia humana en Biescas son las cistas eneolíticas (monumentos megalíticos funerarios), de la explanada de Santa Engracia, que pueden ser incluso anteriores al III Milenio a.C.

El suceso más destacado en la segunda mitad del siglo XX, fue la riada del Camping Las Nieves, situado sobre el cono de deyección del Torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego, a menos de 1 km aguas abajo de Biescas. En la tragedia, acaecida el 7 de agosto de 1996, perdieron la vida ochenta y siete personas.

Siguiendo, ahora en dirección este, por la N-260, llegamos a Gavín, en los pasos entre el valle de Tena y el valle de Broto por el Cotefablo, en el podremos contemplar el Monasterio de San Pelay, de estilo románico, del siglo XI. Abandonado en ese mismo siglo, sus ruinas fueron redescubiertas en 1997; también la Ermita de San Bartolomé, del siglo X, de estilo mozárabe, de tipo idéntico a las del cercano Serrablo. Posee una única nave, estando provista de un ábside en forma rectangular.

Tras pasar el Puerto de Cotefablo, paramos a hacer fotos del paisaje y seguimos hasta Linás de Broto, allí, aislada del pueblo, se encuentra la Iglesia de San Miguel, tiene una amplia nave y ábside con cabecera recta, sobre la que se levanta la torre del siglo XIII, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), de un solo cuerpo, con aspilleras y matacanes, con carácter defensivo.

Poco más adelante y desde la misma carretera tendremos una bonita imagen de Fragén, cuya parroquia en honor a San Martín es de origen románico.

Rápidamente llegamos a Torla, puerta de acceso al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, así como al valle de Broto. Parte de su término municipal está ocupado por el Monumento Natural de los Glaciares Pirenaicos.

Se encuentra en el valle glaciar del río Ara, después de la confluencia de los valles de Bujaruelo (donde nace el río Ara) y el Ordesa (río Arazas), suponiéndose que la lengua glaciar llegaba hasta Asín de Broto, con más de 30 km en total. El Ara pasa por ser el único río de cierta importancia de España que no está represado por la mano humana en todo el curso de 70 km hasta su confluencia con el río Cinca, en Aínsa.

En Torla comeríamos ya de vuelta, pero antes nos quedaba acercarnos a la entrada del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El Parque, se encuentra presidido por el macizo calcáreo más alto de Europa, el Monte Perdido que con sus 3.355m. es la cumbre más alta dentro del área protegida, y uno de los tresmiles más emblemáticos del Pirineo.

Es el segundo parque nacional más antiguo de España y el que más de Aragón, tras ser declarado el 16 de agosto de 1918.

En el año 1982, se amplió, hasta alcanzar las dimensiones actuales, que engloban los Valles de Pineta, Escuaín, Añisclo y Ordesa, surcados por los ríos Cinca, Yaga, Bellós y Arazas, respectivamente.

Actualmente el parque goza de diferentes figuras de protección aparte del de Parque Nacional. En 1977 se declaró Reserva de la Biosfera, en 1988 Zona de Especial Protección para las Aves y en 1997 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Es también Lugar de Importancia Comunitaria.

Justo enfrente de la carretera que nos llevaría al interior del parque, carretera con trafico limitado y en ocasiones cerrada, como nos ocurrió a nosotros, esta, a la izquierda, el Puente de los Navarros, desde donde parte la pista que nos llevará a Bujaruelo, valle despoblado donde nace el río Ara y que forma parte del lugar de importancia comunitaria Bujaruelo – Garganta de Los Navarros.

En un primer momento se llega a un camping y refugio, enclavado en medio del valle (1250 m), y flanqueado por enormes murallas de piedra. Posteriormente se llega hasta la pradera de San Nicolás de Bujaruelo (1420 m), donde se halla un refugio, restaurante y camping, así como un puente románico. Desde esta pradera parten un buen número de rutas de media y alta montaña por los macizos de Tendeñera y será el punto y final de nuestra ruta de hoy.

Esta pista, en irregulares condiciones a lo largo de todo su trazado y, como es de suponer, dependiendo de la época del año, será la guinda de nuestra ruta de hoy, pues además de regalarnos unas espectaculares vistas, la necesidad de hacerla en las dos direcciones, nos permitirá disfrutar de la conducción off road durante largo rato.

Ya de regreso y como anteriormente dijimos, la hora del condumio nos cogió en inmejorable villa: Torla.

La gastronomía es una de las mejores formas de acercarse a la realidad de un pueblo. Su economía, clima o carácter pueden rastrearse a través de pucheros, viandas y caldos.

Entre los platos más conocidos de Torla son famosas las migas de pastor, que generalmente se preparan con ajo, cebolla, tocino, chorizo o morcilla, y se comen con uva; el ternasco al horno, las chiretas, las tortetas, la longaniza, productos estos elaborados a partir de la matanza del cerdo; la carne a la pastora, los crespillos, el pollo al chilindrón, el cardo con salsa de almendras y piñones, plato típico que suele prepararse para Navidad; o el bacalao al ajoarriero.

Conviene con mucho de ello, degustar un buen vino del Somontano y ya a los postres, volvernos a repetir, sin que haya lugar al menor resquicio de duda, un “aquí hay que volver, ¿eh?”.

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