Ruta Trail por la provincia de Lugo. Terra Chá, Tierra de Castros y Hórreos
Escrito por Miguel A. Fernández el 27/12/2019 en Rutas y viajes
La provincia de Lugo se caracteriza, entre otras cosas, por su gran contraste paisajístico. El litoral ofrece playas y vistas para seducir al más prosaico visitante; la zona montañosa del este, con las sierras del Caurel y Os Ancares, guarda la esencia de la Galicia interior, una naturaleza casi virgen y toda una cultura de agua que convierten al Miño, pastor de los trescientos ríos de la comarca, en uno de los mejores ecosistemas fluviales.
La zona meridional, cortada por los cañones de los ríos Miño y Sil, nos ofrece las terrazas de sus viñedos; finalmente, en las inmediaciones de la capital, la comarca de Terra Chá acoge el suave discurrir de ríos mansos que alimentan un sinfín de hermosas lagunas donde se resguarda una fauna de gran variedad e interés, completando un territorio de una riqueza difícil de igualar.
Será precisamente en esta comarca, la de Terra Chá (Tierra Llana), donde transcurra nuestra ruta Trail de hoy, y más concretamente uniendo dos de los municipios más poblados de la provincia, el cuarto, Villalba con casi 15.000 habitantes y el décimo, Guitiriz con más de 5.500.
Comenzaremos paseando por Villalba, capital de la Tierra Llana en la que destaca la torre del homenaje del antiguo castillo de los Andrade, de planta octogonal, transformada en la actualidad en Parador de Turismo. A poca distancia del centro de la villa se halla el Pazo de Penas-Corbeiras, ligado primero a los Montenegro y más tarde a los señores de la casa de Penas Corbeiras. También destaca la iglesia parroquial de Santa María, sita en la plaza del mismo nombre, de estilo neoclásico, levantada en la segunda mitad del siglo XIX bajo la supervisión de Manuel Mato Vizoso.
Nos encontramos en la Ruta de la Costa del Camino de Santiago, que entra en el ayuntamiento villalbés desde Abadín y pasa por el puente viejo de Martiñán, Goiriz, y sale del concejo en dirección Baamonde por San Juan de Alba, A Torre y de ahí a Guitiriz.
Nada más salir de la villa nos encontramos con las instalaciones de la playa fluvial, donde se puede disfrutar de las aguas del río Magdalena y practicar varios deportes. Si deseamos pasear, podemos caminar desde la playa hasta el recientemente restaurado Molino do Rañego a través de un paseo fluvial en el que podemos contemplar un paisaje típico de ribera.
Nosotros lo hicimos con la F 850 GS siguiendo el viejo camino que se dirige al sur desde Villalba; de repente nos sorprende un bello tramo empedrado al llegar a A Ponte Rodríguez, puente de trazado popular que descansa en un pilar central y cuyas vigas y tablones de madera salvan el cauce del río Trimaz en medio de un paisaje rural de alisos, abedules y robles. A su lado y tras cruzarlo, un sencillo crucero marca el camino junto con una casa y un hórreo de formas tradicionales.
Tras cruzar el puente giramos, maniobrando a la derecha y nos sumergimos en una casi desaparecida pista, muy estrecha, de profusa vegetación y con algún pequeño pero pedregoso vadeo que implica tener cuidado a la hora de colocar la rueda delantera de nuestra moto.
Este tipo de pistas serán habituales a lo largo de la jornada; el agua que no falta y el cada vez más abundante sol, están haciendo que muchos caminos gallegos sean comidos por la vegetación, con el riesgo que ello implica de cara a producirse incendios forestales y la imposibilidad de los servicios de emergencia para acceder a las inmediaciones de los focos. Las autoridades deberían tomar nota y fomentar el uso de estos caminos por parte de los usuarios de motos, SUV y TT, de cara a mantener limpio el monte.
El Concejo de Villalba es muy rico en restos arqueológicos, a través de ellos podemos comprender los cambios que se desarrollaron desde la llegada de los primeros grupos de cazadores-recolectores, en la Edad de la Piedra Lascada, hasta los tiempos de abandono de los castros, realizado tras la conclusión del yugo romano.
Diseminados por todo el término municipal se han documentado cinco yacimientos de la Edad de la Piedra Lascada (la Edad de Piedra se suele dividir en Paleolítico o edad de piedra lascada; Mesolítico, en el cual se usaban, al mismo tiempo, instrumentos de piedra lascada y piedra pulida y Neolítico, o edad de la piedra pulida); cerca de doscientos enterramientos tumulares, más de treinta castros, una decena de yacimientos romanos, y numerosos restos atribuidos a la Edad del Bronce.
Desgraciadamente pocos de ellos han sido excavados, y ninguno ha sido objeto de una puesta en valor.
Ejemplo de lo anterior es uno de los castros por los que pasamos, el Castro de Gondaisque, todavía sin excavar, que presenta un recinto circular protegido por varios fosos y parapetos, así como restos de un recinto exterior o antecastro al sur; aún cubierto por una frondosa vegetación, es fácil imaginar su forma primitiva.
Los castros eran poblados fortificados celtas, por lo general prerromanos, desde el siglo VI a.C. aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media.
Carentes de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular, estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico.
Y si habituales son los castros en nuestro recorrido, abundantes son los hórreos. Se desconoce el número de hórreos que hay en Galicia, pero se calcula que en 2004 habría en torno a los 30.000, aunque su número decrece con rapidez. En pocas décadas ha pasado de ser una equipación indispensable en toda casa labriega a caer en el desuso.
El hórreo es una construcción de uso agrícola destinada a secar, curar y guardar el maíz y otros cereales antes de desgranarlos y molerlos. Consta de una cámara de almacenaje oblonga, estrecha y permeable al paso del aire, separada del suelo para evitar la entrada de humedad y animales.
En sus inicios, el uso de los graneros aéreos en Galicia va unido al cultivo del mijo, que ya se practicaba en la cultura de los castros, cultivo que perduró durante la Edad Media y que fue posteriormente sustituido por el maíz a partir de su llegada a Europa en el siglo XVII.
Castros, hórreos, ermitas y cruceros acompañan nuestro camino, ahora por una pista cómoda, ahora por una trialera o como es el caso, junto a una perdida y desierta carretera, en la que nos encontramos la Capilla de San Nicolás, un crucero y un monolito, que nos brindan una bella imagen, enmarcados por un curioso árbol a un lado y la F 850 GS al otro.
En el monolito podemos apreciar el fragmento de un poema de Rosalía de Castro:
Este vaise y aquél vaise,
e todos, todos se van;
Galícia, sin homes quedas
que te poidan traballar,
Tés, en cambio, orfos e orfas
e campos de soledad,
e nais que non teñen fillos
e fillos que non ten pais.
E tés corazóns que sufren
longas ausencias mortás,
viudas de vivos e mortos
que ninguén consolará.
Rosalía escribía estos versos hacia 1880, fecha de aparición de Follas Novas (Hojas Nuevas), en pleno drama de la emigración gallega. De hecho, estos versos pertenecen al poema ¡Pra A Habana! (¡A La Habana!), destino de muchos de estos emigrantes.
Poco después llegamos a San Pedro de Buriz, donde existen varios Cruceros, generalmente ubicados en cruces de caminos. Los más antiguos son sin duda alguna el Calvario y Viacrucis que están en los atrios de la Iglesia parroquial. El Crucero de San Nicolás (donde hicimos la anterior foto), junto a la capilla del mismo nombre, sea posiblemente de la misma fecha que la capilla, de 1693.
El contexto histórico en el que se desarrollaron los cruceros gallegos es, claramente, el ambiente religioso creado a partir de la contrarreforma. No existen cruceros anteriores al Concilio de Trento que terminó en 1564, y es notorio que desde el Concilio, en el que participaron no pocos gallegos, su número aumento exponencialmente.
Seguiremos camino dirección Serra da Loba, donde en prácticamente toda su superficie existe un parque eólico en el que encontramos gigantes aerogeneradores dispuestos en fila como si estuvieran visualizando el espectacular paisaje que forman sus montañas y valles.
Accederemos a través de estrechas pistas muy poco marcadas con alguna subida “entretenida”, aunque ya al coronar, accederemos a las pistas de mantenimiento que llevan a los molinos, mucho más sencillas y fáciles que, ya en bajada, nos acercarán hasta el Embalse San Xoan y su estupenda área recreativa.
Ya por carretera, recorreremos los ocho km. que nos separan de Guitiriz, punto final de nuestra ruta de hoy. La situación geográfica de Guitiriz es privilegiada, hallándose prácticamente equidistante de las principales ciudades gallegas.
A pesar de que los primeros pobladores de origen celta y los romanos sabían acerca de las propiedades terapéuticas de las fuentes termales, sólo con la llegada de los suevos tras el hundimiento del Imperio romano la localidad empezó a cobrar notoriedad.
En el siglo XIV la totalidad de la comarca Tierra Llana, incluyendo Guitiriz y su capital, Villalba, pasaron a ser parte de los dominios de Fernán Pérez de Andrade, en cuya familia pasarían a ser los primeros Condes de Villalba durante el reinado de los Reyes Católicos.
Entre los monumentos más destacados de la localidad están la Iglesia de Santa María de Lagostelle en el centro de la población, la Iglesia de San Xoan de Lagostelle, la Iglesia de San Estevo de Parga o la Capilla Museo de Bascuas entre otros, sin embargo, si por algo se conoce este municipio es por sus balnearios y fuentes de aguas medicinales.
El Concejo cuenta con dos balnearios y también con diversas fuentes naturales de las que emanan este tipo de aguas. Desgraciadamente, el más famoso de ellos, el Balneario de Guitiriz, se encuentra actualmente cerrado ya que sus empleados no cobran desde comienzos de 2017…
Es, una vez más (procuramos que así sea siempre), la hora de la comida y nos encontramos en Galicia… Ya por la mañana en el desayuno no faltó una porción de roscón de Vilalba… pero de aquello hace tanto.
En la cocina lucense no pueden faltar las empanadas, tanto de marisco como de carne y verduras. Podemos considerar típicas de Lugo las empanadas de zorza, lomo, anguilas, tocino y manzana.
Entre sus platos hay que destacar el lacón con grelos, el caldo gallego, cocido gallego, truchas, pescados blancos preparados a la gallega, acompañados de patatas, guisantes y “allada” salsa típica gallega elaborada con aceite, pimentón y ajo.
Durante todo el mes de octubre, en las fiestas de San Froilán, declaradas de Interés Turístico Nacional, la gastronomía lucense está dominada por la “comida de feria”, que tiene como platos más emblemáticos el “polbo á feira” y la “carne ao caldeiro”.
Hay cuatro quesos (San Simón da Costa, de Tetilla, de O Cebreiro y de Arzúa-Ulloa), de la provincia que están reconocidos con Denominaciones de Origen, tres licores también con Denominación de Origen (el licor café, el orujo de Galicia y el aguardiente de hierbas de Galicia), así como cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas (la ternera gallega, el lacón gallego, la patata de Galicia y miel de Galicia), efectivamente, no pasamos hambre.
Para terminar, y dado que nos encontrábamos en Guitiriz, no desaprovechamos la oportunidad de probar la Torta de maíz Guitiriz y de que nos contasen la leyenda que la acompaña: La Torta fue un milagro de la Virgen, que rechazada en todas las casas de una aldea en donde pedía que le dejaran pasar la noche, la acogió en las afueras una pobre mujer con tanta hambre como la de los hijos que tenía alrededor. Entonces la Virgen le dijo que hiciera una torta con la ceniza de la lareira (chimenea), y no solamente ligó la masa con el agua, sino que la ceniza se volvió maíz, y así nació la primera Torta de Guitiriz. Por la noche no dejó de diluviar, y al día siguiente el pueblo entero había desaparecido bajo las aguas, menos la casa de la pobre mujer que vivía en las afueras.
Manuel María, afamado poeta lucense, escribió un poema en 1954 titulado Terra Chá del que reproduzco un fragmento:
Eu amo a Terra Chá, sempre tan miña.
Eu amo a Terra Chá tal como é:
!a súa seiva corre no seu sangue
e alúmame, a súa luz, o corazón!
Nosotros, entendemos porqué.
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